Mi primer entrada: rendición
Hoy tuve que hacerme una biopsia por primera vez en la vida.
Me encontré cara a cara con la palabra “vulnerabilidad” en medio de esa camilla a la que fui sola, porque así lo quiso la vida: literalmente las personas que me podrían haber acompañado estaban de viaje o empezando un trabajo nuevo o en medio de resolver la paz mundial, no sé. La cuestión es que nadie podía estar ahí.
Estaba sola. Fui sola.
O mejor dicho: fui conmigo.
Fui conmigo, sosteniéndome la mano, en un día donde mirándome al espejo pude por fin decirme: “te amo, pero no doy más”.
No QUIERO dar más. No puedo seguir el ritmo de tu mente. No aguanto un input sensorial más. No quiero tener el celular a menos de 10 metros. No tolero esta rigidez. Por favor basta.
Te lo digo con la mejor, Nicole, PAREMOS UN RATO.
Me encuentro habitando la dualidad de sentir que quiero crecer, compartir, expandir y explorar, y al mismo tiempo, lo último que quiero es abrir el calendario para mirar lo que tengo que hacer en el día.
Y es curiosa la experiencia humana porque ¿qué es lo que unx podría pensar rápidamente? “Esta mina odia el laburo, lo que armó, su empresa, lo que enseña, lo que hace”.
No.
Lo amo profundamente, tan profundo que le entregué mi cuerpo, mi alma, y todo mi tiempo a mi servicio los últimos seis meses.
En el afán por compartir, expandir, abrir espacios para que otrxs sientan lo que yo, para que otrxs puedan SER y EXISTIR simplemente sin excusas, motivos ni razones…
¿Adiviná qué hice?
Me rigidicé yo. Me volví dura. Perdí la fluidez. Me convertí en una estructura metálica, en una repisa de hierro donde se apoyan cosas pesadísimas. Donde todo es frío, esterilizado, monótono, sabido.
Donde sólo hay deber ser.
“¡Nena! Pero ¿vos te das cuenta de que sos una tremenda incoherente? Ahí vas pregonando el descanso a cualquiera que te entregue 15 segundos de atención, creés en eso que predicás con todo el corazón, querés que el sistema nervioso de cualquiera que entre en contacto con vos se relaje… ¿Y vos? Estás DURA”.
Hoy me entregué.
¡Me rindo! No puedo más, no quiero más.
Quiero colapsar un ratito, así sea en mí.
Quiero poder hacer cosas que para otrxs son “tonterías” por el simple placer de hacerlas.
Quiero disfrutar de algo más allá de si es productivo para mí, para mi empresa o para la humanidad, o no.
Quiero llorar un rato largo porque tengo miedo y porque el lugar de confianza que suelo habitar hoy se siente desconocido.
Quiero hacerme bollito en la cama y dejar que la vida me suceda.
Quiero derretirme un poco.
Quiero entregarme a la tierra.
Quiero gritar un rato.
Y también quiero suavizarme.
Quiero susurrar, quiero sonidos bajos alrededor mío.
Quiero menos para integrar más.
Quiero abrazar el no saber, y ver qué pasa.
Me rindo.
Vamos viendo.